Hemos venido al mundo por la Creación Divina de Dios.
A todas las mujeres del planeta.
A las niñas que apenas comienzan este
camino maravilloso.
A las que ya han probado un poco
de las alegrías y tristezas propias de nuestro género.
A las luchadoras, en la calle,
en la selva, detrás de un escritorio,
en los hospitales cuidando enfermos,
en oficinas, en las aulas, escribiendo,
aprendiendo, enseñando, o cuidando niños en casa,
o vendiendo en el mercado.
A las que aran la tierra, a las que gritan en el Congreso,
a las que bailan en los tables, a las que venden caricias,
a las que las regalan por amor, a las que no saben leer ni escribir,
a las que oran y lloran,
a las que manejan un taxi o reciben premios de arte,
literatura, ciencias.
A las misioneras, a las viudas, a las huérfanas,
a las abandonadas y a las felices,
a las recién enamoradas y a las desencantadas,
a las brujas y a las embrujadas...
A las solitarias.
A las madres; que son Tierra, son miel, son lucha,
pan, alimento, leche, sudor y valor.
A las abuelas, esos tesoros añejos
cargados de sabiduría de vida,
de consejos que nadie escucha,
de razones que nadie quiere comprender,
de recetas de cocina que caen en el olvido,
de trucos, pociones y remedios...
Olvido
A las niñas que apenas comienzan este
camino maravilloso.
A las que ya han probado un poco
de las alegrías y tristezas propias de nuestro género.
A las luchadoras, en la calle,
en la selva, detrás de un escritorio,
en los hospitales cuidando enfermos,
en oficinas, en las aulas, escribiendo,
aprendiendo, enseñando, o cuidando niños en casa,
o vendiendo en el mercado.
A las que aran la tierra, a las que gritan en el Congreso,
a las que bailan en los tables, a las que venden caricias,
a las que las regalan por amor, a las que no saben leer ni escribir,
a las que oran y lloran,
a las que manejan un taxi o reciben premios de arte,
literatura, ciencias.
A las misioneras, a las viudas, a las huérfanas,
a las abandonadas y a las felices,
a las recién enamoradas y a las desencantadas,
a las brujas y a las embrujadas...
A las solitarias.
A las madres; que son Tierra, son miel, son lucha,
pan, alimento, leche, sudor y valor.
A las abuelas, esos tesoros añejos
cargados de sabiduría de vida,
de consejos que nadie escucha,
de razones que nadie quiere comprender,
de recetas de cocina que caen en el olvido,
de trucos, pociones y remedios...
Olvido